Antonio José Mejías, cantaor: “Se está perdiendo la raíz del flamenco”
Ha bebido de los grandes como Antonio Mairena, Manolo Caracol, Chano Lobato o don Enrique Morente. Fosforito le apadrinó el 13 de noviembre de 2018, ocho años después de que le entregara el premio del Concurso Nacional de Flamenco de Córdoba en 2010. Y desde entonces, Antonio José Mejías (Montilla, 1979) no ha vuelto a presentarse a un concurso, aunque ha recibido el aplauso de peñas, teatros y festivales de medio mundo y España entera. Afiliado a la ONCE y vendedor en Córdoba, Mejías se muestra ahora muy crítico con el impacto de la pandemia en el mundo flamenco y con la evolución de un arte que, a su juicio, está perdiendo sus raíces. | Luis Gresa
Tiene usted nombre de torero.
(Se ríe). Bueno, ahí hemos buscado el nombre artístico. Yo empecé con el nombre artístico de Antonio José Mejías, pero había tantos sitios que me cambiaban el nombre, que ponían de todo menos lo que realmente me llamaba, que al final decidí ponerme solamente el apellido de mi padre.
¿Cómo se inició en el mundo flamenco?
Realmente el flamenco en mi casa ha sido siempre muy escuchado. Mi tía Dolores, hermana mayor de mi madre, cantaba. Se la quiso llevar Rafael Farinas en su compañía, pero, lo que pasaba con los abuelos antiguos, mi abuelo era muy cerrado de mollera y no la dejó irse con 16 años cuando vino en busca de ella. Y por ahí me viene un poco el mundo del flamenco. Yo empiezo a cantar en un coro rociero cuando tenía 15 años y un gran entendido como es Solano Ruz, amigo de la familia, me escuchó y me dijo que me retirase del coro, que lo mío era cantar flamenco, que tenía madera para el flamenco. Ya con casi 18 años empiezo a iniciarme en el mundo de los concursos provinciales. Voy pegando el salto fuera de la provincia. Y entre festivales y concursos ha andado mi trayectoria hasta que llega en 2010 y gano el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba de manera absoluta.
Ese fue un jurado de primer nivel.
En ese jurado estaba Fosforito, Manolo Sanlúcar, Arcángel, Calixto Sánchez. Y a raíz de ganar ese concurso decidí dedicarme más profesionalmente. Dejé la ONCE dos años antes y hasta que volví en 2019 he estado viajando por muchos países del mundo y España casi entera. Hay algunas plazas que uno no ha toreado todavía, pero me siento orgulloso de haber recorrido casi toda España y muchísimos países.
¿Qué ha sido Fosforito para usted?
Sobre gustos, colores, pero aparte de ser el cantaor más completo -y me refiero a dominar todos los palos del flamenco y grabarlos-, ha sido un maestro para mí. Siempre que he tenido la suerte de estar a su vera ha sido una enciclopedia y me ha aportado muchísimo, aunque yo he aprendido de todos, de todas las fuentes. Pero sí, es uno de mis grandes referentes por la amistad que nos ha unido, por su apadrinamiento, para mí es leyenda viva.
¿Qué otros referentes tiene?
Hay muchísimos. He bebido de las fuentes de muchos, pero si me tengo que decantar por algunos, siempre tiene uno sus favoritos. Aparte de Fosforito han estado Antonio Mairena, Manolo Caracol indiscutiblemente, Chano Lobato, con quien he compartido cartel varias veces, don Enrique Morente, que tuve la suerte de compartir algunos ratos, uno de los mayores músicos de los flamencos. En fin, tengo mis espejos. Camarón de la Isla, ¿cómo no?
¿Cómo definiría el cante de Antonio José Mejías?
No soy la persona adecuada para definirme, pero creo que tengo una mezcla de todos, un poquito de cada uno de ellos, porque al final todos aprendemos de todos. Creo que sueno un poquito a cada uno.
Córdoba ha dado buenos nombres al flamenco. ¿Qué tiene esa tierra para sembrar tanto arte?
Dentro de que tampoco está muy considerada, porque siempre tiramos para el triángulo Sevilla-Jerez-Cádiz-Lebrija, Córdoba ha dado muy grandes artistas. Hoy en día tenemos todavía la leyenda viva de Fosforito, y otro que será un mito como Manuel Moreno Maya, ‘El Pele’. Y en la guitarra, indiscutiblemente, Córdoba es la cuna.
¿En qué medida la pérdida de la visión ha influido en su carrera artística?
Queramos o no, influye, y negativamente. Me refiero a que te llamen de más sitios porque una persona con discapacidad conlleva que la tengan que llevar y traer. Mi grado de discapacidad es del 89% desde el 99. Y eso es un inconveniente a nivel económico porque siempre la gente va intentando reducir presupuestos. Y a la hora de llamar a un artista, que pueda ir y venir en su propio vehículo, es mucho más barato y factible para los festivales y las peñas. Eso me ha perjudicado porque he ido a muchísimos sitios donde ha habido comentarios del tipo que “cuesta más porque tiene que venir con una persona”. En la mayoría de los sitios eso lo han tenido en cuenta y se encarece más el presupuesto. Pero por lo demás, Dios me ha quitado una cosa, que es algo de visión, que sigo perdiendo, pero me lo ha dado en la garganta.
“La pandemia está siendo la puntilla para el flamenco”
«Estamos llevando el flamenco a donde no es», denuncia Mejías | Fotos: Lorenzo Carnero
¿Cree que el cante jondo se entiende más, se protege más y se reconoce más en los pueblos de la Andalucía interior que en las grandes urbes?
Yo creo que sí. Y Córdoba se caracteriza por ser una de las provincias con más peñas flamencas. Todo el mundo quiere venir a Córdoba a cantar porque hay muchísimas peñas, se da trabajo y aparte son peñas que el 80 o el 90% quieren cante ortodoxo. No digamos puro, puro, porque puro no hay nada en este mundo. Pero quieren escuchar al cantaor o cantaora sentado en su silla, con su guitarra y si acaso con unos palmeros. Quieren escuchar la raíz del flamenco, con su interpretación y su personalidad, pero quieren escuchar eso.
Lo de la Declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, ¿sirvió para algo?
Bueno, eso sería otro debate… Siempre sirve para algo, pero sobre todo ha servido para llenar los bolsillos de algunos y no llevar el flamenco realmente al sitio que se merece. Es mi opinión.
La pandemia ¿puede ser la puntilla para el flamenco?
De hecho, lo está siendo. O las instituciones y el Gobierno hacen algo o la cultura, y sobre todo el flamenco, madre mía… es que está siendo muy castigado. Prácticamente el sustento del 80% del flamenco son las peñas flamencas y los teatros. Si nos cierran las peñas flamencas, los teatros y los tablaos, ¿dónde vamos? ¿Qué hacemos? ¿Cómo trabajamos? Yo, gracias a Dios, tengo mi trabajo, que es agente vendedor del cupón de la ONCE. Pero me pongo en el pellejo de los artistas que viven exclusivamente del flamenco y es difícil poder mantener a tu familia si te cierran las peñas y los teatros, que creo que son sitios seguros.
Usted comenzó como vendedor de la ONCE en Priego de Córdoba en 1999. Lo dejó para volcarse de lleno en el flamenco y en 2019 se incorporó a la venta en Córdoba. ¿Por qué volvió a la venta?
Porque realmente me gustaba mi trabajo y necesitaba más ingresos económicos. Y este mundo del arte ya sabemos, hoy estás arriba y mañana, por intereses o porque hay una serie de representantes que no les conviene o varios factores, ya no. Y ahora tiene uno su trabajo y se vuelve más selectivo a la hora de ir a los sitios.
¿Hacia dónde evoluciona el flamenco en la Andalucía de pleno siglo XXI?
Yo creo que se está vendiendo como flamenco fuera de España lo que no es flamenco y cada día se está notando más. Estamos llevando el flamenco realmente a donde no es. Se está perdiendo la raíz. Se están haciendo muchas cosas que no son innovaciones. Por ejemplo, un gran revolucionador e innovador del flamenco fue don Enrique Morente. Ya hay artistas que, con todos mis respetos, están sacando el pie del tiesto, como se suele decir. Ya se está etiquetando flamenco a lo que no es. Y creo que vamos a equivocar al extranjero y a las nuevas generaciones de aquí. Los estamos equivocando. Estamos poniendo por flamenco lo que ya no es flamenco. El flamenco es un cantaor, la guitarra, ese cuadro de baile y ya está. Se pueden hacer cosas muy bonitas, pero la raíz no se puede perder. No se puede contratar cosas que no son flamenco y etiquetarlas así. Se hacen cosas que ya rozan lo chungo.
¿A qué aspira ahora Antonio?
Ahora mismo, si soy sincero, a que la gente vuelva a escuchar mi voz en los grandes teatros y los grandes festivales y ser feliz con mi familia, con mi arte y mi trabajo.
Mejías es vendedor de la ONCE en Córdoba | Fotos: Lorenzo Carnero