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Cultura para ciegos
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Chiqui Paniagua, director de Jacaranda11

Chiqui Paniagua

Chiqui Paniagua es director del grupo de teatro de la ONCE en Granada Jacaranda11 desde hace cinco años

«Sufro como espectador»

Chiqui Paniagua (Llerena, Badajoz, 1983), dirige el grupo de teatro de la ONCE en Granada, Jacaranda11, desde hace cinco años. En este tiempo ha cohesionado a un grupo lleno de talento y lo ha convertido en un referente del movimiento teatral de la ONCE. En mayo participarán en la Bienal a nivel nacional que va a celebrarse en la Comunidad de Madrid. Director, dramaturgo, diseñador del vestuario, su vida es teatro en vena, en todos los poros de su piel.

¿Chiqui, cómo empezó todo? 

Mi vida con el teatro empezó de pura casualidad porque yo había estudiado Producción de Audiovisuales y Espectáculos, pero a mí el mundo del teatro la verdad es que no me atraía para nada. De hecho, iba a clase y prestaba atención porque tenía que hacerlo pero a mí las artes escénicas no me llamaban la atención. Pero unos amigos tenían una compañía de teatro en Badajoz, compraron material técnico y como yo había estudiado Producción de Audiovisuales me dijeron un día, oye, vente, que van a venir los técnicos y nos van a explicar cómo funciona el material que hemos comprado y no sabemos cómo va. Y a partir de ahí comencé a formar parte de la compañía como técnico y después como director y hasta hoy. Después estudié en la escuela de Artes Escénicas en Granada y ya no he parado y llevo 20 años trabajando en esto.

¿Recuerda cuál fue la primera obra que vio en su vida?

Pues sí, la recuerdo perfectamente. Creo que tenía unos 12 años aproximadamente y fue ‘El sueño de una noche de verano’ de una compañía de Extremadura que estuvo primero en el Festival de Mérida y después hicieron gira por los teatros de Extremadura. Lo recuerdo perfectamente.

¿Recuerda también qué sintió?

A mí lo que más me llamó la atención fue la capacidad de crear diferentes espacios en escena, la magia de cómo se veía todo a través de las luces. Y los actores me parecieron que era maravillosos, como eran capaces de crear diferentes personajes a un mismo actor.

¿Le gusta más la palabra de figurinista o diseñador de vestuario?

A mí me gusta más la de diseñador de vestuario. Es cierto, que el diseño de vestuario empieza por hacer primero un estudio de lo que quieres hacer y después lo plasma en un figurín, que es como se llama el boceto que se hace.

¿Y esa figura, dentro del mundo del teatro, cree que está infravalorada? 

Creo que sí, totalmente, o por lo menos se desconoce la importancia que tiene el diseño de vestuario y el vestuario en escena. No solo para lo que es la puesta de escena en sí, sino también para el actor. De hecho, me he encontrado casos en los que los personajes no han salido hasta que el vestuario no estaba colocado en la piel del actor. Crea una corporalidad totalmente nueva, una manera de andar, una manera de expresarse, incluso de hablar, y eso parte del vestuario y de la sensación que transmite, del tiempo que también transmite el vestuario.

Al final el vestuario es también comunicación y acaba conduciendo al espectador.

Totalmente. Si es que el vestuario es la primera información que tiene el público acerca del personaje. De cómo vaya vestido, informará al público del tiempo en el que se está desarrollando la obra, la época, la estación del año, la clase social. Todo eso lo transmite el vestuario.

¿Cómo se plantea el proceso creativo?

Si yo no soy el director de la obra, pues primero, teniendo un primer acercamiento con el director, que me cuente que quieren transmitir, qué sensaciones, cuál es el espacio escénico en el que se desarrolla, el estilo artístico que se va a trabajar en la obra. Y a partir de ahí, pues ver muchísimas imágenes, trabajar con referentes y viendo las características también de cada uno de los personajes.

¿Y qué le inspira?

Normalmente yo tengo memoria fotográfica y suelo ver muchísimas imágenes, muchísimas referencias al cine, a las corrientes plásticas, el expresionismo, el naturalismo. Me gusta mucho el vestuario histórico, por tanto, casi todas las prendas que creo están relacionadas con una época, aunque aparentemente no se vea, pero para mí, como creador, parten de ahí. Me parece mucho más rico.

 

“Siempre intento salir de la zona de confort”

Chiqui Paniagua

Como director, Chiqui Paniagua se reconoce «bastante flexible y generoso» con sus actrices y actores

¿Siempre viene primero el guion y luego el vestuario? ¿O a veces sucede al revés, que piensa primero en la percha y luego ya vendrá la inspiración del texto?

Algunas veces veo los personajes ya vestidos y a partir de ahí ya genero todo el universo que se va a reflejar en la obra. Eso en el caso en el que soy director. Bastantes veces. Y también tiro mucho del universo musical, creo que es un buen referente para generar imágenes y acción.

¿Y qué le exige más esfuerzo creativo, el guion o el vestuario?

El guion indudablemente. Psicológica e intelectualmente mucho más el guion. De hecho, creo que es la base de toda obra, aunque se trabaje desde el cuerpo y después se vaya generando ese guion, pero creo que es la base fundamental.

¿Se plantea cada obra como un desafío?

Totalmente. Siempre intento salir de la zona de confort y algunas veces pienso; ¡Para que me he metido yo en esto si podía haber hecho una cosa mucho más sencilla! Pero me gusta darle ese giro y ponerme siempre un reto, para mí y para la gente que trabaja a mi alrededor.

¿Cómo disfruta más, como guionista, como director, como diseñador o como espectador? 

Tengo que reconocer que como espectador no disfruto mucho porque casi siempre que voy al teatro estoy sufriendo. Es una cosa que yo creo que es innata ya a la profesión. Me gustaría sentarme en una butaca y dejarme llevar, que hay veces que sí que lo consigo. Este fin de semana he estado viendo una obra en el Teatro Alhambra y me he olvidado totalmente de que soy director o que trabajo en esta profesión. Me he dejado llevar totalmente por la acción. Pero son los mínimos.

Y quizás donde yo más disfruto es en la dirección. Creo que para mí es muchísimo más enriquecedor. Es cierto que el vestuario para mí es un complemento porque mientras que la dirección me genera cierto estrés, porque tengo que controlar y gestionar a mucha gente, en el vestuario estoy yo prácticamente solo, o con un equipo reducido, y entonces hay otro ambiente más tranquilo.

Explique ese sufrimiento que siente cada vez que va al teatro.

Pues no lo sé. Yo creo que es tener asociado a entrar a una sala de teatro y generar esos nervios de que todo salga bien, que esté todo controlado, que todo el mundo esté en las marcas. Creo que es ya deformación.

¿Cómo es Chiqui Paniagua como director?

A ver, creo que soy bastante flexible. No me gusta ir con una idea preconcebida y cerrada a los ensayos. De hecho, yo soy de escuchar a los actores, ver qué proponen y a partir de ahí reorganizar todas las escenas. Sé muy bien lo que quiero y lo que no quiero, y de ahí voy haciendo un filtro en cada uno de los ensayos para ir guiando al actor hacia lo que quiero. Creo que soy bastante generoso, que dejo que los actores expresen, y a partir de ahí ya ir filtrando. No me gusta ir con nada cerrado ni llevar al actor como si fuera un niño pequeño.

Lleva cinco años trabajando con Jacaranda11 y no tenía experiencia previa en teatro inclusivo. ¿Qué ha aprendido en este tiempo? ¿Qué ha descubierto?

Pues, sobre todo, lo que he aprendido ha sido la disciplina, lo importante que es dar una marca correcta a los actores, porque en el caso de trabajar con Jacaranda11, las marcas son fundamentales y si algo se modifica de entrada y salida, por ejemplo, o un elemento en escena, eso conlleva una serie de desencadenantes que van generando ciertas inseguridades en el actor. Entonces, antes de hablar, me lo pienso mucho.

 

“Si no hay tragedia no puede haber comedia”

Chiqui Paniagua

El director de Jacaranda11 considera que los grupos de teatro de la ONCE deberían entrar en la programación habitual de los teatros andaluces

¿Qué análisis hace del movimiento teatral de la ONCE?

Pues yo creo que es fundamental. Si no existiera creo que se dejaría de visibilizar a muchas compañías que están formando parte de la actividad cultural de nuestra comunidad. Y que creo que es un desarrollo total para la gente que forma parte de este mundo. Sobre todo, a mí me gustaría que compañías que no están relacionadas con el teatro inclusivo vieran montajes realizado por personas con discapacidad visual.

¿Por qué cuesta tanto programar a los grupos de la ONCE, que entren en las programaciones habituales de los espacios escénicos? ¿Todavía hay que demostrar y convencer sobre el talento que hay? ¿Falta voluntad política? ¿Sensibilidad? ¿Qué falla?

Yo creo que por desconocimiento. De hecho, hay espectáculos dentro de las compañías de ONCE que están muy, muy, muy bien. O sea, que pueden estar perfectamente en un Teatro Alhambra o en cualquier teatro público sin desmerecerlo. Yo creo que es por desconocimiento, totalmente.

Como director que Jacaranda11, ¿Qué supone para el grupo haber sido seleccionado para la próxima Bienal de Teatro de la ONCE?

Es un aliciente buenísimo tener la posibilidad de mostrar el trabajo que llevamos haciendo durante dos años con en este montaje. Creo que es un “chute” de energía y de aire fresco también para venir a los ensayos. Es que no veo todo orientado al día de la representación en la Bienal. Yo lo veo todo como un proceso. Creo que es mucho más importante que el resultado final. Y va a ser ese aire nuevo y ese chute de energía el que va a venir súper bien para seguir trabajando en el montaje escénico e ir puliendo cosas.

Su obra, ‘Tormenta de Otoño’, ¿Qué van a descubrir los espectadores de la Bienal?

Pues es una mezcla agridulce entre la tragedia y la comedia. Porque todas las obras, aunque estén escritas en clave de comedia, pero tienen un pellizco de fondo. El haber hilvanado todas esas historias a través de una emisora de radio, contarlo de la manera que está contado, creo que es una manera más novedosa del hacer tragedia basado en la comedia.

¿Es usted más de comedia que de tragedia?

Soy de comedia enteramente. Es que la tragedia forma parte de la comedia. Si no hay tragedia, no puede haber comedia jamás.

El mundo al que vamos roza más la tragedia que la comedia, ¿no cree?

Totalmente, lo que pasa que la cuestión está en el punto de vista desde el que ves las cosas. Hay muchas veces, cuando vengo aquí a la plaza del Carmen, (donde se encuentra la sede de la ONCE de Granada), que voy mirando por la calle y se escuchan muchas conversaciones por teléfono y se ve a mucha gente discutiendo, y yo siempre le doy una vuelta a eso y me parece que es una manera mucho más divertida de contemplar el mundo sin perder los pies de la tierra porque es fundamental saber dónde estamos y dónde nos desarrollamos.

Encuentra razones para el optimismo.

Sí, aunque en mi vida privada suelo ser un poco pesimista, pero bueno, yo qué sé, intento transformarlo.

¿Y hay mucho desfase entre el Chiqui director y la persona?

Yo creo que no. De hecho, la gente me conoce trabajando y me conoce fuera y soy igual. Vamos, que tampoco cambio mucho.

Como actor no ha tenido ninguna trayectoria.

No, solo cuando tenía que estudiar obligatoriamente interpretación. Creo que no es mi sitio. Sí que es verdad que las veces que he estado como actor me lo he pasado muy bien, he disfrutado de lo que tenía que hacer y creo que he hecho el trabajo como tenía que hacerlo, pero no creo que sea mi sitio.

¿A dónde quiere llevar a Jacaranda11?

Pues a Jacaranda quiero llevarla a, primero a ser conscientes de lo que hacen, a tener una visión de lo que es el trabajo con una técnica, a no llegar a los ensayos y pensar que simplemente vengo a decir el texto, sino que todo está sustentado en una buena técnica y a partir de ahí ya surgirán los proyectos con mayor dificultad. Sobre todo a que estén formadas, que creo que es la base de todo.

¿Cuál diría que es el potencial principal del grupo?

El sentido del humor que tiene el grupo. Después el compromiso, que tienen muchas ganas de hacer teatro. Y, sobre todo, lo más importante, es la disciplina. Creo que son muy disciplinadas.

¿Algún punto débil reconocible? 

Que se desaniman con bastante facilidad y eso merma un poco la dinámica de trabajo y hay que estar siempre animando.

 

“A veces Lorca es un sello para vender entradas”

Chiqui Paniagua

Tennessee Williams y ‘La gata sobre el tejado de zinc’ son el autor y la obra que más han marcado al director granadino 

¿Hemos abusado mucho de la figura de Lorca?

Creo que sí. Lorca fue un gran dramaturgo, poeta, pero bueno, creo que hay dramaturgias contemporáneas, que también son bastante buenas y que cuesta colocarlas a veces en aquí en escena, sobre todo en Granada. Me parece que es un reclamo.

Porque es una garantía de éxito. 

Sí.

Diría que se está utilizando el nombre de Lorca en vano.

A veces si se usa en vano. De hecho, vas a ver espectáculo que te ponen el título con la coletilla Lorca y yo no estoy viendo a Lorca en ningún momento. Entonces no deja de ser un sello para para vender entradas, no? Yo creo que hay que darles cabida a los nuevos dramaturgos.

¿Le da envidia el poder del mundo del cine frente al del teatro? 

No, no me da envidia para nada. No, no soy envidioso en ese sentido. Bueno, no soy envidioso en general, pero creo que el poder del cine tiene su público y el teatro tiene el ver las cosas en directo, que es maravilloso.

¿Nunca le ha tentado el cine? 

Si he estado trabajando. De hecho en mis inicios empecé a trabajar en una productora de cine, y he dirigido cortos y demás, pero cuando descubrí el teatro realmente, en qué consiste, me di cuenta de que prefiero el teatro y la inmediatez.

¿Dirige tres grupos de teatro de forma simultánea. Además de Jacaranda en Granada, ‘Las Corraleras’ en Badajoz y ‘Guate’ en Utrera (Sevilla).  ¿Puedo preguntarle cuál es la niña de tus ojos? 

Pues yo creo que no me decantaría por ninguno. Y lo digo sinceramente, creo que cada uno de ellos ven el teatro de una forma totalmente diferente. En Extremadura tengo un grupo de mujeres donde el teatro es pura herramienta de relación social, incluso de aprendizaje, hay actrices que no sabían leer y que con el tiempo han aprendido a leer y a saber lo que dicen los textos. En Utrera hay una gran afición al teatro, que es tremendo. Llevo muchísimos años con ellos y he aprendido también lo que es el amor al teatro y el teatro en Andalucía. Y después Jacaranda, lo que más me llamó la atención es la disciplina y los retos.

¿Hay más vida más allá del teatro? 

En lo que puedo lo intento -se ríe-. Es verdad que esta es una profesión muy absorbente. Estás siempre dándole vueltas a la cabeza para cosas, proyectos, escribir textos, hacer adaptaciones, pensando en el vestuario. De unos años acá he tenido que romper obligatoriamente para salir de esto y empezar a vivir un poco, porque entrabas en un círculo vicioso que no me estaba llevando absolutamente a nada.

 ¿Y cómo encauza ese desahogo? 

Me encanta salir al campo, me encanta andar y sobre todo, el contacto con la naturaleza. Si eso no lo tuviera creo que sería otra persona.

Me dicen que tiene una enorme capacidad para gestionar las emociones. ¿Se reconoces en ese perfil? 

Sí, creo que sí, que algunas veces soy capaz. Pero también es verdad que me dejo llevar muchas veces. Soy bastante sentimental y, en fin, que si tengo que llorar, lloro en público y no tengo ningún problema. Pero intento gestionarlo, sí.

¿La clave está en relativizar todo?

En relativizar todo no. Yo creo que en ver las cosas desde otra perspectiva y no ver lo que está sucediendo, sino verlo desde fuera, salir fuera del conflicto.

¿Un autor y una obra que le hayan marcado?

Tennessee Williams y ‘La gata sobre el tejado de zinc’.

No lo ha dudado.

No. Tennesse Williams me parece maravilloso.

También me dicen que es usted muy metódico, muy estructurado, muy ordenado. ¿Eso es una virtud o un defecto? 

Creo que es una virtud, totalmente. Si no fuera ordenado y tenerlo todo medianamente controlado, creo que sería incapaz de trabajar de la manera que trabajo.

 ¿Alguna manía antes de salir a escena?

¿Mi grupo? Bueno sí, hacer su sesión de Reiki.

De mayor ¿a quién se quiere parecer?

Yo de mayor… Con estar bien y estar en paz conmigo mismo no me quiero parecer a nadie.

¿Qué época de la historia le hubiera gustado vivir? 

¡Uy! el siglo XIX, pero por el vestuario. Me encanta la indumentaria. Porque es el siglo con más evolución de la silueta que ha habido a lo largo de la historia, así que es súper enriquecedor.

¿Qué series de televisión ve un hombre de teatro como usted? 

Series veo pocas, pero las que veo me gustan sobre todo las de carácter histórico, aunque también veo más contemporáneas.

¿Y puestos a elegir entre un premio a la mejor dirección y un premio al mejor vestuario que preferiría? 

Creo que es mejor dirección -se ríe-.

| LUIS GRESA