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Delfín Delgado, actor de Homero: “Me siento más profesional con el drama”

El primer papel que interpretó, con solo 8 años, fue un Sancho Panza del Quijote en el colegio de la ONCE. Hijo de afiliados, Delfín Delgado (Sevilla, 1999) nació con cataratas congénitas, prácticamente ciego, y tras diversas intervenciones quirúrgicas recuperó apenas el 16 por ciento de la visión, que es lo que le queda ahora. Comenzó desde muy niño en los talleres de teatro y a los 18 se incorporó al Grupo Homero, bajo la dirección de Araceli de Areba. Tres meses antes de estallar la pandemia se estrenó como vendedor de la ONCE y ahora disfruta tanto ganándose la confianza y el cariño diario de sus clientes como del aplauso del público y, sobre todo, el de sus compañeros, que es el que de verdad le importa. Delfín sueña alto y aspira a dar un salto profesional a su trayectoria. 

Empezaste desde muy pequeño, ¿no es así?

Con 8 añitos ya entré en el grupo de teatro de la ONCE con mi hermana. Mi madre y mi padre son afiliados y empecé pronto con los talleres. Estuve allí hasta los 12 años. Después tuve un parón y luego volví. Con el tiempo, ya con 15 años, me metí en el grupo de teatro del cole de la ONCE y cuando cumplí los 18 pasé al Grupo Homero.

¿Cuál fue tu primera obra?

La primera fue un poquito de ‘El Quijote’, que hice yo de Sancho Panza.

¿Y qué recuerdos te traen esos primeros papeles?

La profesora nos hacía muchos juegos de desarrollar la imaginación y de improvisar y a mí me encantaba. Yo no le llamaba improvisar, pero yo me lo pasaba súper guay. Había un juego que me gustaba muchísimo que le llamábamos ‘La radio estropeada’, nos poníamos todos en el suelo, la profesora iba andando sobre nosotros, y conforme pasaba, teníamos que imitar que éramos una emisora. Es el juego que más recuerdo.

¿Qué te aporta el teatro Delfín?

Bufff… Muchísimas cosas. Primero la capacidad de resolución de problemas en mi vida. Porque con la capacidad de improvisación se piensa rápido y eso ayuda en la vida, o si estás estresado por lo que sea, te metes en un personaje y te olvidas de tu vida, sales muchísimo más contento. Conoces gente, que eso me encanta. Es una forma de expresarme, y a mí, todas las formas de expresarme me encantan; el baile, el teatro, todo lo que se sea expresar con tu cuerpo, con tu voz, lo que sientes y poder comunicar eso a la gente me encanta.

Te sientes más libre haciendo teatro.

Sí, sí, sí. Literal, me siento más libre haciendo teatro, porque en tu vida no puedes hacer las cosas que haces encima de un escenario, sobre todo cuando se habla del teatro del absurdo y de la improvisación. Hay cosas que eres capaz de hacerlas, porque estás en otro personaje, y a lo mejor en tu vida no eres capaz porque piensas más en lo que pueda decir la gente, en que tienes que mantener tu estatus, y en el escenario no lo piensas.

En el escenario no hay prejuicios.

Claro, ahí da igual.

 

“Sentirme en un grupo es más gratificante que cualquier aplauso”

«La capacidad de improvisación ayuda en la vida», reconoce el actor sevillano, en un ensayo de ‘La clase muerta’

¿En algún sentido el teatro le ha ayudado a superar las dificultades que te plantea tu discapacidad visual?

Yo siempre he sido muy resolutivo. Dentro lo que puedo intento no limitarme porque no quiero perderme ninguna experiencia, con cuidado y sin poner en peligro a los demás claro. A la hora de desenvolverte en un espacio te ayuda, evidentemente. Te ayuda a pensar que tienes que adaptarte a un espacio y eso sirve para tu vida diaria. Y he conocido a gente que me ha enseñado a resolver problemas que por mí solo no hubiera podido resolver.

¿Le cuesta memorizar un guion?

Me pasa como a muchos actores como yo, que piensas que no te lo sabes, y se me quedan las cosas de escucharlas o decirlas. Cuando ensayo es cuando le dedico tiempo al guion. Soy de los que dejan todo para el último momento, pero a mí me funciona. Con la presión del momento se me queda más. Yo me lo estudio dos veces, dos horas antes de ir al teatro y cuando estoy ensayando.

Sobre el escenario, el aplauso ¿es la mayor gratificación?

Pues sinceramente sí y no. El aplauso del público es muy importante porque es lo que te demuestra el efecto directo de tu actuación, pero el aplauso de tus compañeros también es muy importante. Lo más importante para mí es sentirme en un grupo y eso para mí es más gratificante que cualquier aplauso. Decir que este aplauso no es para mí, es para todo el mundo, me encanta, es muy gratificante poder compartir esa experiencia.

¿Te sientes más cómodo en la comedia que en el drama?

Normalmente me siento más cómodo en la comedia que en el drama, y disfruto más, pero me siento más profesional y más realizado con el drama. Meterte en un drama y que tú seas capaz de meter al público en ese personaje y en esa atmósfera, que llore contigo, eso es lo más difícil y lo que más me gusta.

Te exige más el drama.

Los dos son difíciles porque también es difícil sacar la sonrisa y hacer gracia sin caer en un cliché. Pero me siento más realizado con el drama, quizá porque es menos común para mí.

¿Por qué crees que ‘La clase muerta’ está resultando tan exitosa?

La obra hay que entenderla. Tiene un sentido directo y traslada una atmosfera que hace sentir el agobio de los personajes, y genera más sentimiento que significado. Para mí eso tiene mucho valor y la gente se ha dado cuenta, por eso gusta tanto. Lo primero que es una obra fuera de lo común, no es drama, no es comedia, es teatro de lo absurdo, y con algo que no tiene sentido y eres capaz de trasladar a todo el mundo, la gente sale rayada,  ¿qué ha pasado aquí? ¿qué hemos vivido?, Y eso me mola.

¿Cómo es Araceli de Areba como directora?

Yo he conocido a muy pocos directores, solo cuatro, y lo que más valoro de Araceli es que es capaz de decir cuando algo no está saliendo no estás sintiendo lo que yo quiero que sientas. Vamos a meternos en el personaje, vamos a hacer un ejercicio de concentración, cuando hemos terminado, haces el texto después de eso y dices, qué ha pasado, es que lo he sentido. Te hace sentir el personaje y meterte en el personaje, y te hace entenderlo. Te hace ejercicios de dramatización que nos lleva a la unión del equipo completo, es. Nos entiende, se preocupa por nosotros. Eso es lo que le hace una buena directora.

 

“Vender cupones me desestresa como el teatro”

Delgado, en su puesto de venta en Sevilla, reconoce que la capacidad de improvisación le ayuda en la vida

Vender cupones conlleva, de alguna manera, ¿interpretar un papel?

En las actividades comerciales, cuando estás delante de un público, tienes que ser tú, pero sin ser tú. Yo no soy tal y como soy. Sí que es verdad que suelo mover más cosas de cómo soy cuando estoy vendiendo cupones a mi vida normal, que cosas de mi vida normal a cuando estoy vendiendo cupones. Entiendo que, si estoy interpretando un personaje, entre comillas, estoy exagerando un poco como soy, sé que tengo que llamar la atención de forma positiva vendiendo cupones. Lo hago, y si funciona, las uso en mi vida diaria. Me ha ayudado más el vender cupones a mi vida que mi vida para vender cupones. Pasa como con el teatro, vienes de casa con un problema, o estás muy rayado, y estás trabajando y un cliente te pregunta y eso me anima muchísimo porque todo lo que sea establecer relación con un cliente, conocer gente, me encanta y cuando pasa eso y veo que alguien te interesa por mí me encanta. Te desestresas y te olvidas de tu problema. Y me ayuda como me ayuda el teatro. Me sirve más para desestresarme que para agobiarme.

En la venta, ¿lo más gratificante es dar un premio?

Vivimos en una sociedad capitalista, y tal y como todo funciona, todo se basa en el dinero. ¿Qué otra cosa va a dar más felicidad que ver la cara de una persona que le has dado un premio gordo? Eso es muy gratificante. Pero tú no das un premio todos los días. Depende del azar. Tienes que buscar algo que te motive y lo que me motiva es, o que has dado un premio chiquitito, o ver que día a día consigues una progresión, que yo me acuerde del nombre de un cliente o que él me pregunte por mi vida, eso es muy gratificante. Eso sí ocurre todos los días y depende de mí, de cómo he actuado yo. Y personalmente me resulta más gratificante eso, pero entiendo que si das un premio gordo es muy gratificante.

¿Saben tus clientes de tu doble vida?

Muchas veces lo comparto con los que tengo más confianza, aunque no es para ir presumiendo con todo el mundo. Se me nota que soy una persona que me gusta el teatro. Intuyo que conforme vaya cogiendo confianza con los clientes se sabrá que soy el cuponero teatrero, pero de momento voy poco a poco.

¿A qué aspiras Delfín?

Sé que es muy difícil vivir del teatro porque es muy complicado y no he estudiado arte dramático, pero me encantaría que se uniesen mis dos deseos a nivel personal y profesional y pudiese ser actor profesional y salir en alguna serie o película o en obras de teatro. Me encantaría poder ganarme la vida con el teatro, pero como lo veo muy difícil prefiero seguir con los cupones. No soy egocéntrico, pero me encantaría decirle a mi madre; “Mira a donde he llegado”. Prefiero verlo lejano y si algún día se cumple, pues de lujo, a estar toda mi vida pensando que se logrará y luego no lograrlo.

Bueno, estás en una Casa donde la ilusión puede con todo.

Claro, eso sí, pero con los pies en el suelo.

| Luis Gresa