José Luis Scott, guitarrista: «El flamenco es impuro»
L. G. | A días, horas ya de la gala inaugural de la 16 Bienal de Música de la ONCE, José Luis Scott, guitarrista sevillano, discípulo de la escuela sevillana de flamenco, reflexiona en voz alta sobre el acierto de incorporar guitarra y cante a la programación de esta Bienal. Su música sonará en la Fundación Tres Culturas para levantar un telón que abre paso a quince conciertos en diez escenarios de ocho ciudades andaluzas. Y lo vive con emoción, con responsabilidad y con nervios, los nervios que le da el respeto al público.
¿Qué significa para usted inaugurar la Bienal de Música de la ONCE?
Un privilegio y a la vez una responsabilidad. Es un cúmulo de sensaciones, todas buenas evidentemente. En paralelo a la responsabilidad conlleva nervios, los nervios necesarios por intentear que todo salga lo mejor posible por el respeto máximo al público.
¿Y qué le parece que las Bienales de la ONCE se abran paso al flamenco?
Por parte de la ONCE un detallazo y un guiño muy positivo hacia el flamenco porque es una música muy rica. Es quizá una de las tres o cuatro músicas del mundo con una identidad muy acusada, muy propia y, obviamente, que pueda contar con flamenco en sus Bienales me parece de diez.
Este año se celebra también la Bienal de Flamenco de la ONCE en Granada, como siempre coincidiendo en los años de celebración de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Cada vez hay más nuevos valores y más reconocimiento hacia el flamenco como arte dentro y fuera de la ONCE ¿no cree?
Si, correcto. Granada está haciendo una cosa muy bonita con su Bienal. Se están impulsando muchos noveles para un futuro venidero, tanto para el público que demanda flamenco, como para los artistas porque es una plataforma muy buena para impulsar nuevos valores.
Lo del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad viste mucho pero ¿sirvió para algo?
Buena pregunta… vistió mucho y sigue vistiendo. A nivel político sí, pero nosotros los flamencos sabemos que no hace falta porque para nosotros el flamenco es universal. Que naciera aquí bien, pero pienso que el flamenco es impuro, al contrario de los que piensan que es puro. En el buen sentido de la palabra lo digo. Hay un mestizaje de culturas en la propia música flamenca, desde los gitanos que vienen de la India, pasando por los árabes, los judíos, la música sefardí, nuestro propio folclore del norte de España, el flamenco es de la Humanidad desde mucho antes, porque naciera aquí no debemos hermetizarlo es de el mundo entero. Es un reconocimiento a nivel político más que otra cosa.
¿Usted cree que en los poderes públicos, hablo en general, sin señalar a nadie, hay suficiente apoyo y reconocimiento al flamenco?
No, no lo hay en las instituciones públicas. A las federaciones de peñas flamencas a las que les llega muy poca subvención. Las propias peñas tenían acceso a una pequeña subvención para autofinanciar recitales y eso se ha cortado. Al flamenco se le han cortado mucho las alas de la financiación. Y a nivel institucional de los políticos debe ser un evento muy grande muy grande en el que se puedan colgar las medallas.
Tampoco termina de incorporarse al currículum de las distintas etapas educativas. ¿Cree que ha llegado ya el momento de enseñar el flamenco en las aulas?
Claro, claro. En los Conservatorios se ha conseguido meter el cante y la guitarra pero está mal estructurado. Pero hay que meter el flamenco en la escuela. Antes de meterlo en los conservatorios hay que meterlos en la escuela, en los colegios, es primordial. Es como empezar la casa por el tejado. En los colegios hay que hablar a los niños de los estilos flamencos, de los nombres de las grandes figuras del siglo XX, los niños tienen que saber quién era Juan Breva o La Niña de los Peines, aunque sean nociones elementales y eso no se hace.
«Toco la guitarra con mi mente»
¿De quién se siente discípulo?
Igual que todo guitarrista del maestro Paco, pero esto es como una cadena, Paco a su vez era discípulo de don Ramón Montoya o Sabicas, y el Niño Ricardo. Yo me más que identificarme con un guitarrista concreto me encuentro muy identificado con la escuela sevillana que viene del Niño Ricardo. Obviamente Paco es Paco, pero con la escuela sevillana me identifico muchísimo, que tiene su diferencia con la escuela jerezana o granaina.
Para usted ¿Paco de Lucía era un dios?
Guitarrísticamente hablando era un genio, sin duda. No sabía de música y a la vez sí, te transportaba, te componía, igual que Sabicas, eran autodidactas de la guitarra, pero se podían a la vez encontrar con guitarras del mundo del jazz o clásico e interpretar a la altura de ellos.
¿Cómo es el toque de José Luis Scott?
Mi toque intento que sea fino, de escuela sevillana. El corte sevillano se caracteriza por toques en el tiempo, llevar muy acompasados los ritmos y armonizar mucho. Y yo intento armonizar y hacer un toque estilístico, que el estilo del toque sea estilístico que tenga armonía, una melodía que llegue a la armonía.
¿Se parecen el artista a la persona, o hay distancia entre el José Luis Scott que sale a escena y el hombre de la calle?
Muchas veces toco la guitarra en mi mente, estoy en la cola de un autobús o en el supermercado y toco la guitarra con mi mente. Soy el mismo, es como una prolongación del músico que hay en mí, no lo libero.
¿Usted cree que la guitarra es un instrumento especialmente recomendable para las personas ciegas?
Por supuesto, además tenemos una gran virtud que es el tacto, por ahí tenemos muchísimo que ganar, la siguiente tener mucha paciencia y afición, pero uniendo estas condiciones, buen oído, buen tacto, paciencia y afición hacia el instrumento tenemos muchas posibilidades, claro que sí. Mira el maestro Rodrigo, que creó el Concierto de Aranjuez, una de las joyas del mundo clásico que podría ser casi contemporáneo.
A usted su falta de visión ¿le ha abierto o le ha cerrado puertas?
Te abre puertas porque instituciones como la ONCE hacen que pueda ir navegando con mi guitarra a cuestas a muchos ciclos culturales. Desde ese punto de vista muy positivo, ilusionante y reconfortante. Pero en el flamenco se da mucho que el guitarrista acompañe al cantaor en su coche, los cantaores son un poco anárquicos y les gusta que les lleves, ir un poco de señoritos, y eso claro me repercute. Pero me quedo con lo positivo. Yo gracias a la ONCE he abierto el corte clásico flamenco hacia comunidades como Galicia.
¿Se siente más a gusto como solista que acompañando?
Mi hábitat natural es el acompañar aunque si tengo que hacer algún solo de guitarra también intento esforzarme.
¿Alguna manía antes de salir al escenario?
Muchísimas. Muchísimos ritos o manías excesivas. Me peino las cejas, el pendiente de la guitarrita debe estar bien colocado, me quito la cartera, no llevo nada en los bolsillos que me incomode, debo cerrar el maletero de la guitarra con llave, son manías que como no las haga no salgo a gusto al escenario.
Y como docente ¿en qué es usted más exigente?
Con el que lo requiere sí. Con el alumno que creo que tiene madera sí. Además me gusta mucho la docencia y ya tengo alumnos que tocan bastante bien. Te da un equilibrio. Y una satisfacción enorme. Soy exigente con quien debo ser pero soy flexible.
¿Para cuándo un disco?
Soy muy creativo, he ido dejando cosas atrás y aunque no suelo escribir mi música, lo tengo todo en la mente y quiero recuperarlas, hacer cuatro o cinco toques, como una especie de maqueta mía, pero muy bien confeccionada. Aunque mi gran virtud es acompañar al cante sí quiero hacer algo, un disco o una maqueta, con bastante mimo y cuidado para dejarlo ahí para la posteridad.
¿Cuál es el programa que va a interpretar en la inauguración de la Bienal?
Tiro de mi compadre, Juan Ramírez, de Sevilla, para hacer un concierto de guitarra y voz, entro haciendo un solo por milongas, y luego acaba él haciendo unas letras muy bonitas con letras del Niño de Marchena, algo muy rico en melodías, creo que va a gustar. Va a ser para un público ortodoxo y no iniciado para que guste a todos.
¿Cuál cree que va a ser el descubrimiento de esta Bienal para el gran público?
Van a ver la gran variedad de músicas que hay dentro de la ONCE. Sería un logro que esta Bienal consiguiera nuevos aficionados al flamenco para generar más demanda de flamenco.